Ciencia ficción,Microrrelatos

Una regla inquebrantable.

El silencio fue roto por los gemidos de placer de X9L3i. Siempre cuidando aquellas larvas ajenas… Todo se detuvo. Sorprendidos, perseguidos, acorralados. Primero, cayó la esclava; después, el soldado.

Altivamente, Nexara miró a X9L3i, con aversión; luego a G479H, con lascivia. La sentencia estaba clara: ella, la muerte; él, Cópula LabX, un nuevo destino. 

Nexara comenzó su cortejo; G479H, intimidado, se rindió ante ella. X9L3i lloraba, temblaba, aullaba; el resto los contemplaba con curiosidad, placer, deleite.

Satisfecha, majestuosa; se giró elevando su esmeraldino aguijón entre tintineantes contoneos y desgarró el vientre de X9L31.

—Ingenuos humanos, insignificantes criaturas…, ¿mezclaros con nosotros? ¡Jamás! —zumbó la reina.

Agneta Quill

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