—¡Apresadla inmediatamente! ¡Ha asesinado al rey! —el rugido de la reina puso en movimiento a los guardias.

—¡Apresadla inmediatamente! ¡Ha asesinado al rey! —el rugido de la reina puso en movimiento a los guardias.
Sus pequeños pies la habían llevado antes de la hora fijada al lugar de reunión. No había conseguido concentrarse en ningún quehacer desde el momento en que Flagrantio la había besado. Estaba muy nerviosa. ¿Debería confiar en él y contarle lo que la estaba sucediendo?
Durante los siguientes días, la muchacha no volvió a ver a su caballero. Como supo más tarde, se trataba del príncipe
La nieve cada vez caía con más fuerza. Allí parado en la M-40, lo tuvo claro. Armándose de todo el valor que pudo encontrar en lo más profundo de su ser, salió a la carretera asumiendo que llegar a su destino iba a constituir un esfuerzo titánico.
—Tendrá que servir… —Y todo se detuvo de repente.
Tras decir esas palabras el hombre atrajo a la chica hacia su cuerpo,
El naranja nunca fue mi color. Allí, tumbada, con aquella aguja atravesándome el brazo, el único pensamiento era ése. Atrás quedaron mis manos manchadas de sangre, su sucio cuerpo, la culpa… La manecilla del reloj se movió, un minuto más y todo acabaría, la muerte recorrería mis vena
Capítulo 2.
Briseida se sentía perdida. No tenía muy claro por dónde empezar. Comenzó a deambular por todas las estancias que encontraba. Las telas que colgaban de las ventanas emanaban belleza y lujo dejando pasar una luz cálida que bañaba toda la habitación.
Era espectacular. Hacía ya un rato que había subido en el eolovector. Su diseño la atrapó, como todas las invenciones que realizaban los áureos. El artefacto consistía
El nudoso bastón sostenía su ya maltrecho cuerpo. Los siglos no habían pasado en vano, y cada hueso, cada articulación, día a día demandaban más su atención.
—¿Quién osa perturbar la tranquilidad de este lugar? –una voz de ultratumba la hizo dar un brinco. —¿Qui… qui… quién eres? –la voz de muchacha temblaba por el miedo. —¿Qué quién soy? ¡Ja,ja,ja! Soy el guardián de este lugar. Aquí la cuestión es saber quién eres tú. —Yo…, yo…, soy Laura Federica López de Prado …