Fantasía,Romance,Series

Briseida: la brisa sobre el agua.

Capítulo 4.

Durante los siguientes días, la muchacha no volvió a ver a su caballero. Como supo más tarde, se trataba del príncipe Flagrantio, gran paladín de su casa ígnea, y muy poderoso. Briseida no podía olvidar el beso que le había dado, como tampoco podía apartar de su mente las sensaciones extrañas que estaba sintiendo por todo su cuerpo. Eran como descargas eléctricas que se concentraban en torno a su corazón y salían al exterior por la punta de sus dedos. Desde que se encontraba al servicio de la reina, el miedo a romper algún otro bello adorno había desaparecido. Solamente se tenía que encargar del vestuario personal de la soberana.

Briseida se dirigió al guardarropa, había una enorme pila de vestidos que debía colocar adecuadamente. Realmente, Flamitia era muy estricta con sus pertenencias.

Una mano la atrapó por detrás, y sin darse cuenta se encontró besando esos labios que ya conocía. Flagrantio la ceñía contra su cuerpo provocándole sensaciones que nunca antes había experimentado. Le amaba, quería fundirse con él, pero tenía que tener cuidado y separó sus manos de él.

—¿Qué ocurre Briseida? ¿No quieres abrazarme? —El beso se detuvo con la misma brusquedad con la que comenzó.

—No, mi príncipe. No quisiera dañarle… sus magníficas vestiduras. —Mientras, escondidos tras la puerta del vestidor, unos ojos ajenos a ellos eran testigos de su pasión.

—No te preocupes mi amor. Pero este no es un buen lugar. Mejor quedamos esta tarde en la antesala al trono. —susurró en el oído de Briseida erizándola el vello de la nuca.

Y se marchó, para acto seguido entrar la reina con una larga lista de tareas.

Continuará…

Agneta Quill

También puede gustarte...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *