“…—Nunca he estado mejor. ¿Sabes? Siempre he creído que el primer beso debería ser como la primera página de un buen libro. Tiene que atraparte desde el principio, y mantenerte pegado a él…”
Dos caminos
“…«No podía, ¡maldición!» Estaba en juego su vida, su futuro. Apenas era un chaval de dieciséis años. Respiró profundamente, hinchó el pecho, retuvo todo el aire, aguantó hasta que todo su ser le gritó que necesitaba oxígeno. Lo expulsó, y ante él se dibujó la respuesta…”
Reflejos a medianoche. Cap. VI
“…Y en ese instante, se produjo un clic en su cerebro: todo estaba claro. Se despidió de Mildred y se corrió hacia el despacho de nuevo. Había dejado algo a medias: en aquellos papeles estaba la clave del asesinato…”
Melodía de hibernación.
“Doña Elvira, mujer lánguida, serena, y Don Ernesto, hombre vivaz, curioso, se retiraron cada uno a su sillón favorito. Se acomodaron: él, despacio, saboreando cada preparativo previo; ella, rápido, ávida de que Morfeo la atrapara la primera. Cerraron los ojos y…”
Ecos vitales
“…Sé que hablé y mi madre me escuchó. Quizás a través del líquido amniótico, del cordón umbilical…”
Pasión oculta
“Durante un segundo se deleitó en los reflejos que producía el líquido rojo en los impolutos posavasos.
—¿Por qué brindamos? —preguntó ella.
—Porque sea una noche inolvidable. —contestó antes de dar un largo sorbo.”
Helada decadencia.
El cadavérico glaciar se desgarra, sucumbiendo a los infernales vientos del Sur. La asfixia le ha despedazado, rasgándole a través de innumerables cicatrices: hediondas grietas por donde el insalubre mar vomita al exterior el fétido olor de años de contaminación. Su viaje no es solitario. Pedazos de marchito carámbano, extirpados y abandonados a la deriva, …
Pétalos voraces
“…Encarnaba la tentación —la anhelaba—, la destrucción —me consumía—. Femme fatale que ocultaba un veneno mortal —lo bebía—, planta carnívora que escondía la oscuridad de su naturaleza insaciable —me engullía…”
Inocencia
“…Ojeó de nuevo las fotografías: el desayuno derramado en el suelo, el cuerpo de mujer cosido a puñaladas…”
Una regla inquebrantable.
“…Todo se detuvo. Sorprendidos, perseguidos, acorralados. Primero, cayó la esclava; después, el soldado…”