La sala era blanca, aséptica. Nunca me han gustado los hospitales. Mejor dicho, toda mi vida me han dado pavor los médicos.

La sala era blanca, aséptica. Nunca me han gustado los hospitales. Mejor dicho, toda mi vida me han dado pavor los médicos.
Rockola retumbaba. La madrugada se mezclada con las sombras de la noche.
Sus pies se detuvieron de repente. El camino había sido arduo y largo. Jamás pensó que su cuerpo y su mente aguantarían tantas penurias. Puso la mano sobre los ojos
El ambiente estaba cargado. Todo a mi alrededor estaba cubierto por una neblina espesa. —¿Estás despierto? —preguntó una voz demasiado chillona para mi gusto. Con mucha pereza acabé por terminar de abrir los ojos. La angustia se apoderó de todo mi cuerpo, y una luz casi cegadora me impidió ver con claridad. Cuando por fin …
Desde el árbol divisaba una fuente enmarcada en un bellísimo claro. Estaba en alerta. Escuchó el ruido de una rama romperse y tomó su varita mágica