“…«No podía, ¡maldición!» Estaba en juego su vida, su futuro. Apenas era un chaval de dieciséis años. Respiró profundamente, hinchó el pecho, retuvo todo el aire, aguantó hasta que todo su ser le gritó que necesitaba oxígeno. Lo expulsó, y ante él se dibujó la respuesta…”
Reflejos a medianoche. Cap. VI
“…Y en ese instante, se produjo un clic en su cerebro: todo estaba claro. Se despidió de Mildred y se corrió hacia el despacho de nuevo. Había dejado algo a medias: en aquellos papeles estaba la clave del asesinato…”
Reflejos a medianoche. Cap. V
“…—Para servirle. —Salió de detrás de la barra encendiéndose un cigarrillo. —Y antes de que me lo pregunte, sí, amigo del difunto Arthur Torrance. —le confesó con tono irónico mientras se servía un Old Fashioned. —¿Por dónde íbamos? Ah, sí. También tengo que confesarle que nos vimos la tarde de su asesinato en su casa, y discutimos. —Dio un largo sorbo a la bebida. —¿Alguna pregunta más?..”
Gustos carnívoros.
“… Negro, frío, de cuero, profundo, mullido, acolchado… Rapaz apasionado, amalgama de sensaciones, ávido de risas, lágrimas, paz y angustia…”
Reflejos a medianoche. Cap. IV
“…La expresión de la viuda cambió instantáneamente. Vio sus labios temblar ligeramente y sus ojos verdes nublarse con una emoción calculadamente controlada. Un suspiro, apenas perceptible, escapó de sus jugosos labios, quizás intentando contener una reacción más intensa…”
Reflejos a medianoche. Cap. III
“…no sabía si debía continuar o no con aquella investigación. No iba a ver ni un dólar, seguro. Pero por otro lado si lo resolvía aquello le daría publicidad. ¡Maldición, la necesitaba! Cogió el zippo, y acercándolo al cigarrillo que sostenía en la boca lo encendió…”
Reflejos a medianoche. Cap. II
“…Cuando llegó a la puerta del salón encendió un cigarrillo. A través del humo, la etérea figura que estaba sentada en el sillón de terciopelo carmesí emanaba una belleza enigmática, de expresión apesadumbrada y asolado rostro. Su mirada, fija en algún punto del espacio, parecía trascender el presente, como si las mismas paredes pudieran susurrar las respuestas a sus preguntas silenciosas…”
Melodía de hibernación.
“Doña Elvira, mujer lánguida, serena, y Don Ernesto, hombre vivaz, curioso, se retiraron cada uno a su sillón favorito. Se acomodaron: él, despacio, saboreando cada preparativo previo; ella, rápido, ávida de que Morfeo la atrapara la primera. Cerraron los ojos y…”
Reflejos a medianoche. Cap. I
“Semioculto entre las sombras las observó: la más anciana, con la visión aún nublada por la conmoción, tomaba un sorbo de café; la mujer de seductora belleza, contemplaba pensativa la piscina, quizás buscando respuestas en los reflejos ondulantes del agua; la joven de mirada color avellana, apretaba su taza con extremada fuerza.”
Ecos vitales
“…Sé que hablé y mi madre me escuchó. Quizás a través del líquido amniótico, del cordón umbilical…”