“…Sé que hablé y mi madre me escuchó. Quizás a través del líquido amniótico, del cordón umbilical…”
Pasión oculta
“Durante un segundo se deleitó en los reflejos que producía el líquido rojo en los impolutos posavasos.
—¿Por qué brindamos? —preguntó ella.
—Porque sea una noche inolvidable. —contestó antes de dar un largo sorbo.”
Helada decadencia.
El cadavérico glaciar se desgarra, sucumbiendo a los infernales vientos del Sur. La asfixia le ha despedazado, rasgándole a través de innumerables cicatrices: hediondas grietas por donde el insalubre mar vomita al exterior el fétido olor de años de contaminación. Su viaje no es solitario. Pedazos de marchito carámbano, extirpados y abandonados a la deriva, …
Pétalos voraces
“…Encarnaba la tentación —la anhelaba—, la destrucción —me consumía—. Femme fatale que ocultaba un veneno mortal —lo bebía—, planta carnívora que escondía la oscuridad de su naturaleza insaciable —me engullía…”
Inocencia
“…Ojeó de nuevo las fotografías: el desayuno derramado en el suelo, el cuerpo de mujer cosido a puñaladas…”
Erupción inminente.
“Los cuerpos danzaban entrelazados, desnudos, presas de la música, el desenfreno. La temperatura se elevó, el erizado suelo tembló…”
La araña de seda.
Los Richardson cenaban por su aniversario. Cinthia lo miró a los ojos…, estaba embarazada. Tras la sorpresa inicial, la voz de Nicolás, pidiendo una botella de champán, se escuchó por todo el salón…
Otro cuento de hadas.
Anochecía, y su madre, por primera vez, se lo permitió. Sola, a través del sombrío parque, alumbrado apenas por algunas viejas farolas, el sonido de una desconocida voz la sobresaltó…
Esquiva libertad
El heno de la carreta lo arropaba en su huida; sólo había cogido un mendrugo de pan…
El cardo entre las rosas. Capítulo V.
“…Las ropas de la sirvienta estaban desgarradas, llenas de tierra y restos de plantas del jardín. Su rostro se encontraba magullado y de su boca y nariz manaban dos ríos sanguinolentos que empapaban la nívea blusa. Las duras facciones del duque estaban contraídas, las aletas de su nariz se movían frenéticamente, los blancos dientes asomaban a través de su rígida boca y varios arañazos le surcaban el cuello…”