Microrrelatos,Romance

Pasión oculta

«¡Gracias, Dios mío! ¡Subió! Sin pedírselo. ¿La última? ¡Sí!»

La anticipación recorría su cuerpo; su mente revisaba el estado de su casa: cada habitación estaría ordenada, cada objeto en su lugar. Respiró profundamente y toqueteó varias veces las llaves guardadas en su pantalón.

—¿Blanco o tinto? Tengo los dos. —preguntó a la belleza rubia. El brillo de sus ojos le excitó más. «Esta noche, ¡sí!».

Sin creérselo todavía, llevó los dos vinos al salón y los colocó paralelos al jarrón. Durante un segundo se deleitó en los reflejos que producía el líquido rojo en los impolutos posavasos.

—¿Por qué brindamos? —preguntó ella.

—Porque sea una noche inolvidable. —contestó antes de dar un largo sorbo.

Ambos dejaron sus bebidas en la mesa: él en el disco protector, ella no.

La huella carmesí en el cristal llamó su atención. «¡Maldita sea! Hoy tampoco toca.»

Su mano devolvió la copa a su lugar correcto, sus pies le llevaron a la cocina en busca del amoniaco y la bayeta.

Agneta Quill

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