El nudoso bastón sostenía su ya maltrecho cuerpo. Los siglos no habían pasado en vano, y cada hueso, cada articulación, día a día demandaban más su atención.

El nudoso bastón sostenía su ya maltrecho cuerpo. Los siglos no habían pasado en vano, y cada hueso, cada articulación, día a día demandaban más su atención.
<< La puerta es barata. Es un hotelucho de carretera. Tantas habitaciones libres era una señal. No tenía que haberme alojado aquí. ¡Va a salir! Nada la va a detener.
—¿Quién osa perturbar la tranquilidad de este lugar? –una voz de ultratumba la hizo dar un brinco. —¿Qui… qui… quién eres? –la voz de muchacha temblaba por el miedo. —¿Qué quién soy? ¡Ja,ja,ja! Soy el guardián de este lugar. Aquí la cuestión es saber quién eres tú. —Yo…, yo…, soy Laura Federica López de Prado …
El reloj de cuco dio las ocho. Laura continuaba encerrada en su habitación sumida en la tormenta que asolaba su bella cabecita. Nadie la entendía.
El trayecto estaba siendo tranquilo. ¡Qué buena decisión habían tomado! Ese crucero por el Amazonas estaba siendo maravilloso. Le cogió de la mano y le miró a los ojos. Le amaba.
—¡Ring, ring! El sonido del timbre le despertó de su siesta. Se incorporó adormecido todavía. Observó por la mirilla y la anticipación recorrió sus venas. Abrió la puerta despacio…, saboreando el momento. —Buenos días. Soy Rosa, represento a la Asociación de Vecinos. Estamos vendiendo unas papeletas para ayudar a la parroquia del barrio, ¿podría comprarme …
El sol se coló por la ventana de la lujosa cocina. Saludaba al copioso desayuno que había preparado. Colocó el sirope de arce con sumo cuidado al lado del plato. A su marido le encantaba aquel brebaje.
El capitán del “Escuadrón de combate número 322” del ejército estadounidense, les gritó que se dirigieran todos a sus puestos en la trinchera, el ataque había comenzado.
La nieve seguía cayendo. Más allá de su ventana todo era un manto blanco, salpicado por el gris del asfalto. La tormenta rugía fuera, amenazando con tumbar todos los muros de la casa.
Sus pies se detuvieron de repente. El camino había sido arduo y largo. Jamás pensó que su cuerpo y su mente aguantarían tantas penurias. Puso la mano sobre los ojos