“…Y en ese instante, se produjo un clic en su cerebro: todo estaba claro. Se despidió de Mildred y se corrió hacia el despacho de nuevo. Había dejado algo a medias: en aquellos papeles estaba la clave del asesinato…”
Reflejos a medianoche. Cap. V
“…—Para servirle. —Salió de detrás de la barra encendiéndose un cigarrillo. —Y antes de que me lo pregunte, sí, amigo del difunto Arthur Torrance. —le confesó con tono irónico mientras se servía un Old Fashioned. —¿Por dónde íbamos? Ah, sí. También tengo que confesarle que nos vimos la tarde de su asesinato en su casa, y discutimos. —Dio un largo sorbo a la bebida. —¿Alguna pregunta más?..”
Reflejos a medianoche. Cap. IV
“…La expresión de la viuda cambió instantáneamente. Vio sus labios temblar ligeramente y sus ojos verdes nublarse con una emoción calculadamente controlada. Un suspiro, apenas perceptible, escapó de sus jugosos labios, quizás intentando contener una reacción más intensa…”
Reflejos a medianoche. Cap. III
“…no sabía si debía continuar o no con aquella investigación. No iba a ver ni un dólar, seguro. Pero por otro lado si lo resolvía aquello le daría publicidad. ¡Maldición, la necesitaba! Cogió el zippo, y acercándolo al cigarrillo que sostenía en la boca lo encendió…”
Reflejos a medianoche. Cap. II
“…Cuando llegó a la puerta del salón encendió un cigarrillo. A través del humo, la etérea figura que estaba sentada en el sillón de terciopelo carmesí emanaba una belleza enigmática, de expresión apesadumbrada y asolado rostro. Su mirada, fija en algún punto del espacio, parecía trascender el presente, como si las mismas paredes pudieran susurrar las respuestas a sus preguntas silenciosas…”
Melodía de hibernación.
“Doña Elvira, mujer lánguida, serena, y Don Ernesto, hombre vivaz, curioso, se retiraron cada uno a su sillón favorito. Se acomodaron: él, despacio, saboreando cada preparativo previo; ella, rápido, ávida de que Morfeo la atrapara la primera. Cerraron los ojos y…”
Reflejos a medianoche. Cap. I
“Semioculto entre las sombras las observó: la más anciana, con la visión aún nublada por la conmoción, tomaba un sorbo de café; la mujer de seductora belleza, contemplaba pensativa la piscina, quizás buscando respuestas en los reflejos ondulantes del agua; la joven de mirada color avellana, apretaba su taza con extremada fuerza.”
Giro del destino
El cielo plomizo de noviembre la saludó cuando salió directa a recoger el correo de la mañana. Se arrebujó dentro de la bata, mientras que con la mano derecha acariciaba su ya incipiente tripa de embarazada. Cómo la apetecía un chocolate caliente, pensó mientras cerraba la puerta detrás de sí.
La gallinita ciega
“¡Estoy tan hambrienta!”
El sol primaveral de abril calentaba a todos en el jardín. Las rosas apenas habían abierto sus capullos, las margaritas se desperezaban buscando un rayo de luz, y la enredadera se curvaba cual serpiente buscando volver a la vida.
El caballito de juguete
La habitación era de color rosa. Nunca le había gustado ese color. Estaba abarrotada de juguetes