El sol se coló por la ventana de la lujosa cocina. Saludaba al copioso desayuno que había preparado. Colocó el sirope de arce con sumo cuidado al lado del plato. A su marido le encantaba aquel brebaje.
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El sol se coló por la ventana de la lujosa cocina. Saludaba al copioso desayuno que había preparado. Colocó el sirope de arce con sumo cuidado al lado del plato. A su marido le encantaba aquel brebaje.
El capitán del “Escuadrón de combate número 322” del ejército estadounidense, les gritó que se dirigieran todos a sus puestos en la trinchera, el ataque había comenzado.
La nieve seguía cayendo. Más allá de su ventana todo era un manto blanco, salpicado por el gris del asfalto. La tormenta rugía fuera, amenazando con tumbar todos los muros de la casa.
Sus pies se detuvieron de repente. El camino había sido arduo y largo. Jamás pensó que su cuerpo y su mente aguantarían tantas penurias. Puso la mano sobre los ojos
La luz tenue de las antorchas vibró con el crujido que resonó en toda la mazmorra, y esa puerta abierta le enseñó de golpe su destino.
El ambiente estaba cargado. Todo a mi alrededor estaba cubierto por una neblina espesa. —¿Estás despierto? —preguntó una voz demasiado chillona para mi gusto. Con mucha pereza acabé por terminar de abrir los ojos. La angustia se apoderó de todo mi cuerpo, y una luz casi cegadora me impidió ver con claridad. Cuando por fin …
El bullicio del puerto se mezclaba con el aroma a salitre. Había sido una travesía larga, plagada de aventuras. La brújula siempre había señalado el norte, ayudándole a recorrer un planeta que agonizaba.