Capítulo 2.
Briseida se sentía perdida. No tenía muy claro por dónde empezar. Comenzó a deambular por todas las estancias que encontraba. Las telas que colgaban de las ventanas emanaban belleza y lujo dejando pasar una luz cálida que bañaba toda la habitación.
El resultado.
La sala era blanca, aséptica. Nunca me han gustado los hospitales. Mejor dicho, toda mi vida me han dado pavor los médicos.
Briseida: la brisa sobre el agua.
Era espectacular. Hacía ya un rato que había subido en el eolovector. Su diseño la atrapó, como todas las invenciones que realizaban los áureos. El artefacto consistía
Sonata para Dannan
El nudoso bastón sostenía su ya maltrecho cuerpo. Los siglos no habían pasado en vano, y cada hueso, cada articulación, día a día demandaban más su atención.
Aracnofobia
<< La puerta es barata. Es un hotelucho de carretera. Tantas habitaciones libres era una señal. No tenía que haberme alojado aquí. ¡Va a salir! Nada la va a detener.
El manzano
El reloj de cuco dio las ocho. Laura continuaba encerrada en su habitación sumida en la tormenta que asolaba su bella cabecita. Nadie la entendía.
Luna de miel
El trayecto estaba siendo tranquilo. ¡Qué buena decisión habían tomado! Ese crucero por el Amazonas estaba siendo maravilloso. Le cogió de la mano y le miró a los ojos. Le amaba.
La siesta
—¡Ring, ring! El sonido del timbre le despertó de su siesta. Se incorporó adormecido todavía. Observó por la mirilla y la anticipación recorrió sus venas. Abrió la puerta despacio…, saboreando el momento. —Buenos días. Soy Rosa, represento a la Asociación de Vecinos. Estamos vendiendo unas papeletas para ayudar a la parroquia del barrio, ¿podría comprarme …
El principio del fin
El sol se coló por la ventana de la lujosa cocina. Saludaba al copioso desayuno que había preparado. Colocó el sirope de arce con sumo cuidado al lado del plato. A su marido le encantaba aquel brebaje.
Rockola
Rockola retumbaba. La madrugada se mezclada con las sombras de la noche.