Microrrelatos

Cómo una pluma

Miro alrededor. Todo está igual. Encima de la mesa sigue la manzana mordida de la noche anterior. Junto a ella está mi móvil, mis pastillas y un libro que se quedó a medio leer. Algo ha cambiado. No sé lo que es. Tampoco cuándo…

Cuándo… ¿Cuándo mis huellas se difuminaron en el camino? ¿Cuándo mi brújula dejó de hablarme y señalar el norte? No hay respuestas, pero hoy me siento distinta al resto. Jamás pude quejarme. Los dados de la diosa fortuna siempre fueron generosos conmigo.

Floto como una pluma. La tristeza se ha marchado, se ha difuminado, como el arcoíris en el cielo azul tras la lluvia.

Vuelo, como nunca antes he volado. Soy libre…

Deseo salir de esta habitación, mis pulmones suplican respirar, que el sol acaricie mi piel…

Me giro hacia la mesa, tengo que coger el móvil. Está ahí.

Intento centrarme, necesito hacerlo. ¿Dónde estaba? ¿Dónde?

Me acerco a la cama y lo observo. Tumbada, inerte, cual muñeco roto, veo mi cuerpo carente de vida.

Solo quería volar. Volar… Ser libre; y por fin lo soy…

Agneta Quill

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