Algunos pensamientos

Dolorosa plegaria

Nunca tu camino fue fácil, pero siempre lo convertiste en una gran aventura a través de tus relatos. Hoy, que ya no estás, sé que fuiste una superviviente, un ejemplo de vida; una gran luchadora que hasta su último aliento se enfrentó a un terrible dragón.

Amiga mía, gracias; por cruzarte en mi camino, por dejarme ser testigo por unos instantes de tu inmensa luz, por permitirme cobijarme en el calor de tu extraordinaria alma.

Y en esta fría madrugada de enero, cuando las lágrimas asolan mis ojos y mi rebelde mente se niega a aceptar tu partida; en el fondo de mi corazón sé que vuelas alto, que vuelas libre…

Agneta Quill

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