El naranja nunca fue mi color. Allí, tumbada, con aquella aguja atravesándome el brazo, el único pensamiento era ése. Atrás quedaron mis manos manchadas de sangre, su sucio cuerpo, la culpa… La manecilla del reloj se movió, un minuto más y todo acabaría, la muerte recorrería mis vena
La siesta
—¡Ring, ring! El sonido del timbre le despertó de su siesta. Se incorporó adormecido todavía. Observó por la mirilla y la anticipación recorrió sus venas. Abrió la puerta despacio…, saboreando el momento. —Buenos días. Soy Rosa, represento a la Asociación de Vecinos. Estamos vendiendo unas papeletas para ayudar a la parroquia del barrio, ¿podría comprarme …
Rockola
Rockola retumbaba. La madrugada se mezclada con las sombras de la noche.