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Duelo a tres
"...La habitación estaba sumida en un silencio solemne sólo interrumpido por el suave zumbido del aire acondicionado y el murmullo distante de la ciudad, que se filtraba por la ventana entreabierta. En el centro, descansaba el ataúd, rodeado de velas y flores..."
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Dudosa puntería
"...El ave, o lo que fuera aquella cosa, estaba bañada en una salsa de color dudoso; a su alrededor, una amalgama de vegetales se mezclaba en una simetría cuestionable; el aroma que aquella herejía culinaria desprendía inundó la nariz del circunspecto hombre..."
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Entre alas y mordiscos
"...Antes de comenzar mi historia, me gustaría avisarles queridos lectores: no se dejen engañar, no piensen que nuestro protagonista es la típica criatura con capa y colmillos, ¡ni muchísimo menos! Al contrario, aquel tipo peculiar de nombre Juan, durante el día era una persona normal, con un trabajo común, con una vida corriente…"
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Melodía de hibernación.
"Doña Elvira, mujer lánguida, serena, y Don Ernesto, hombre vivaz, curioso, se retiraron cada uno a su sillón favorito. Se acomodaron: él, despacio, saboreando cada preparativo previo; ella, rápido, ávida de que Morfeo la atrapara la primera. Cerraron los ojos y…"
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Pasión oculta
"Durante un segundo se deleitó en los reflejos que producía el líquido rojo en los impolutos posavasos. —¿Por qué brindamos? —preguntó ella. —Porque sea una noche inolvidable. —contestó antes de dar un largo sorbo."
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El resultado.
La sala era blanca, aséptica. Nunca me han gustado los hospitales. Mejor dicho, toda mi vida me han dado pavor los médicos.
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Rockola
Rockola retumbaba. La madrugada se mezclada con las sombras de la noche.
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El arqueólogo
Sus pies se detuvieron de repente. El camino había sido arduo y largo. Jamás pensó que su cuerpo y su mente aguantarían tantas penurias. Puso la mano sobre los ojos
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La luz cegadora
El ambiente estaba cargado. Todo a mi alrededor estaba cubierto por una neblina espesa. —¿Estás despierto? —preguntó una voz demasiado chillona para mi gusto. Con mucha pereza acabé por terminar de abrir los ojos. La angustia se apoderó de todo mi cuerpo, y una luz casi cegadora me impidió ver con claridad. Cuando por fin conseguí contar el número de personas que estaban junto a mí, entré en pánico; todas giraban en torno a mi cuerpo. Mi cuerpo…, no lo…
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La llamada
Desde el árbol divisaba una fuente enmarcada en un bellísimo claro. Estaba en alerta. Escuchó el ruido de una rama romperse y tomó su varita mágica